sábado, 4 de septiembre de 2010

Bla bla bla

Miraba el pizarrón como quien mira un cajón de frutas. Sus ojos perdidos en el verde oscuro intentaban seguir una figura que trataba de imponer un discurso. Para él solo eran palabras y algunos dibujos. En su cabeza solo escuchaba el eco de una pregunta: ¿Cuantas manzanas deberán caerme en la cabeza hasta que pueda formular la teoría de la gravedad?

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