lunes, 14 de febrero de 2011

Definiciones erroneas

El rubro definiciones es algo que ha caracterizado a Yofran Ecu no por su claridad sino por su honestidad brutal que raya el insulto. No tenemos muchos ejemplos de estos preceptos puesto que, generalmente, era mas interesante ver como alguno intentaba revolearle una silla que recordar cual era la cita que se perdería en el tiempo. Hay que reconocer que a base de enérgicas experiencias fue aprendiendo que es mejor no tratar de abarcar temas que pueden herir los sentimientos de camioneros, mecánicos o esposas sino mas bien emprender debates en foros mas sensibles como los intelectuales que “además son los mas cobardes” como alguna vez definió no sin antes reconocer donde estaba la salida.

Para ilustrar el primer párrafo transcribiremos una enunciación que en una exposición organizada por la sociedad de señoras aburridas con maridos ricos le valió el aplauso de verduleros, agregados culturales, familiares y amigos del expositor. En ese momento, sin siquiera ser requerida su opinión, y ante la seguridad de que se iban acabando los canapés -a los gritos mientras levantaba un dedo como era su sello personal- dijo:

“Surrealismo y arte abstracto no son otra cosa que esa eficaz forma de hacerte sentir un idiota que sabe que le falta entender algo de la obra y que logra también que uno termine por inclinar la cabeza hacia los costados para convencerse de que sigue sin entender.”

Nótese lo siguiente: algunos inclinaran la cabeza hacia la derecha, otros hacia la izquierda, los sujetos que usan lentes o un pañuelo tienden a asentir mientras hacen algún gesto con las cejas. Ninguno adivina el mensaje de la obra pero todos están pensando en que el sujeto de al lado seguramente sabe de que se trata. Si me apuran creo que el autor también esta dentro de ese grupo pero es preferible que ninguno lo sepa. Así la responsabilidad de reconocer la obra se distribuye y todos se van con la sensación de que algo les falta.

Tal vez eso haga valiosa esta obra: la imposibilidad de encontrarle un nombre, una forma, en el aquí y el ahora se aleja de las palabras y se asienta en las sensaciones que afloran, en los sentimientos, en esa cosa que tenemos adentro y que de vez en cuando sale pero nos apresuramos a matarlo con pastillas, alcohol o diestros en psicología.

Muchachos, muchachas, señoras, señores y agregados culturales, no se torturen en buscarle la vuelta. Preocúpense por reconocer eso que esta dentro suyo y que les esta diciendo que esta obra les gusta o no, que los golpea o no, que los moviliza o ni siquiera les da nauseas.

Esta obra… si… ESTA OBRA es sublime…


Este cronista debe reconocer que su discurso hubiera sido alentador y digno de no ser porque aquello que él consideraba sublime era el radiador que ubicado en la pared mantenía la temperatura en aquella fría noche en la que fue expulsado de la sala.


Foto de la obra en cuestion:

Detalles al pie: El relato antes leido fue escrito basado casi en un hecho real cuando ojeando una revista de decoracion en el trabajo dije: "Mira que buena esta escultura" cuando la realidad indicaba que le llaman "radiador"


2 comentarios:

  1. sergio alejandro lóndero (sal)15 de febrero de 2011, 12:36

    Mi falta de imaginación (y de buen gusto) sólo me permite aseverar que no es lo mismo surrealismo que el mío.

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  2. Jajajajaja

    Esos son los comentarios que me gustan. Mirrealismo espera esas gracias.

    Un abrazo Lóndero (con acento)

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