domingo, 15 de julio de 2012

Naranjas y demas


Leopoldo no era mal alumno, se distinguía por ser rubio, un poco colorado y bastante risueño por lo que estaba entre los preferidos de la maestra. Como tal intentaba cumplir al máximo las tareas que esta le encomendaba porque le gustaba ver como sonreía y le desordenaba los cabellos luego de poner un “Muy Bueno”. Su vida era sencilla y fue una tarde de invierno cuando un ejercicio de matemáticas lo despabilo tornándose complejo. La maestra al verlo refunfuñar le dijo que debía sumar naranjas y contar cuantas había y Leo se preocupo por hacerlo bien. El problema fue que descubrió que no todas las naranjas se parecen entre si y que hasta recordaba un pomelo que, en cualquier inspección de vecina, podía pasar por naranja. Pensó que si podía sumar esa otra naranja, que parecía una mandarina, con una que tenia ombligo entonces podía sumar el pomelo mediano. Si hacia esto ¿porque no sumar frutas y dentro de las frutas los pequeños kinotos que no le gustaban? Fue así que comenzó a contar y al llegar a las peras recordó que cuando las comía liberaban agua por lo que debía también incluir el líquido. De repente descubrió que podía contar cosas que cumplían con la condición de no poseer una cualidad, así que debía contar todas las monedas que no fueran plateadas pero que siendo monedas también debían estar en la cuenta. Llego a la conclusión de que el mar podía ser incluido en la suma por litros (como el de las peras) pero también como la unidad “el mar” por lo que se rasco la cabeza y miro el techo. No podía parar y aun consternado por tales descubrimientos siguió contando hasta que la campana del recreo hizo que la maestra le preguntara si se sentía bien. Simplemente se limito a decir que perdió la cuenta al llegar a 126 cosas por lo que salio cabizbajo del salón. Fue un esfuerzo importante porque solo sabía contar hasta 100 pero ese detalle le cambio la vida. Tiempo después cuando la directora se entero del recóndito suceso recomendó a la maestra nunca mas aplicar el ejemplo de las naranjas.

Leopoldo siguió su vida normal y se recibió de contador, en sus años mozos de facultad se distinguía por ser rubio, un poco colorado y bastante triste.




2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Gracias Ingeniero. ¡Es un halago muy grande que un tipo como usted me tire un aprobado!

      Me gusta mucho este cuentito. Deberia trabajarlo un poco mas pero me gusta mucho.

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